Samir Nasri: de la promesa técnica a la controversia pública
La carrera de Samir Nasri transitó por altibajos abruptos: brillante desde los tiempos del Arsenal, irregular por las lesiones y finalmente empañada por un escándalo mediático y una sanción antidopaje. A continuación, reconstruimos esa cadena de hechos con la precisión de los datos conocidos y la mirada crítica del periodismo deportivo.
Lesiones determinantes
Tras tres temporadas relativamente indemne en el Manchester City, Nasri sufrió una sucesión de problemas físicos en 2014-15. Un grave problema en el tendón de la corva condicionó la campaña siguiente y exigió un tratamiento mucho más complejo de lo esperado.
En enero de 2016 el propio jugador explicaba: «La estimación original de los médicos era que estaría fuera de cuatro a seis meses y el cirujano me dijo lo mismo, pero ya he completado dos meses y estoy apuntando al descanso internacional en marzo para volver adecuadamente con el equipo. Con esta lesión tuve que someterme a una operación que resultó en casi 100 puntos en mi muslo. Mi cirujano me dijo que era una lesión rara ya que el músculo se había desprendido del hueso y el tendón también estaba 90 por ciento desprendido y tuvo que ser cosido nuevamente, así que fue algo que no ocurre muy a menudo.»
Un City distinto a la vuelta
Cuando Nasri recuperó la forma para el arranque de 2016-17, el panorama en el City había cambiado: Pep Guardiola ocupaba el banquillo y Kevin De Bruyne se había erigido en el principal creador del equipo. Frente a ese nuevo ecosistema táctico, Nasri perdió protagonismo y buscó oportunidades fuera de Manchester.
Préstamo al Sevilla y adaptación a La Liga
Al cierre del mercado veraniego de 2016 Nasri se marchó cedido al Sevilla, que acababa de fichar al argentino Jorge Sampaoli como entrenador. La prensa española saludó su debut: en una victoria 2-1 contra Las Palmas el francés cubrió la segunda mayor distancia del partido, y el juego más pausado de La Liga parecía favorecer su perfil técnico.
Siempre que estuviera en condiciones físicas, Nasri era una apuesta habitual de Sampaoli, ya fuera como mediapunta o abierto por la banda. El Sevilla llegó al parón navideño tercero en la tabla, por encima incluso del Atlético de Madrid, lo que alimentaba ilusiones sobre una posible sorpresa en la lucha por el título.
El viaje a Los Ángeles y la clínica Drip Doctors
El giro decisivo ocurrió durante el descanso de mitad de temporada. Nasri viajó a Los Ángeles y visitó la clínica Drip Doctors para recibir un goteo intravenoso de vitaminas. Según la propia clínica, el paciente recibió un «goteo de inmunidad IV de conserje» y en la publicación del 27 de diciembre de 2016 se mostró una foto de Nasri junto a la fundadora y CEO Jamila Sozahdah.
Algunos testimonios señalaron que la sesión le habría sido recomendada por su exnovia, la doctora Sarabjit Anand, quien residía en Maryland.
La tormenta en las redes sociales
- Horas después, una serie de tuits publicados desde la cuenta de Nasri se eliminaron: en ellos se alegaba que, además del tratamiento intravenoso, se le había proporcionado «un servicio sexual completo». Esas publicaciones llegaron a llamar a Sozahdah con insultos y a describir encuentros en la misma noche del goteo.
- La rapidez y la naturaleza escandalosa de los mensajes hizo pensar a muchos que la cuenta había sido hackeada o manipulada; no faltaron teorías sobre una venganza de una tercera persona. En los días previos se dijo que Nasri había tenido problemas con su pareja de entonces, Anara Atanes, y ella terminó siendo mencionada en los mensajes borrados.
- Nasri intentó aclarar la situación con tuits contradictorios: por un lado afirmó que su cuenta había sido «hackeada» y pidió disculpas; por otro, publicó mensajes que insistían en detalles de la supuesta visita de Sozahdah a su habitación de hotel a las 3 a.m. y en servicios que «no estaban en el menú».
- La propia cuenta de Drip Doctors negó las acusaciones y sostuvo que los tuits provenían de una cuenta comprometida. Aun así, quedaron capturas y artículos (como el de GOAL) que documentaron lo ocurrido y se mantuvieron en la red.
Reacciones públicas y legales
Tanto Nasri como Anara Atanes negaron formalmente ser autores de las publicaciones más comprometedoras; Atanes declaró públicamente: «Eso no fui yo. Si necesito decir algo, saldrá de mi boca.» Drip Doctors emitió una extensa declaración defendiendo la profesionalidad de su servicio y la reputación de su CEO, Jamila Sozahdah, subrayando que ofrecen tratamientos médicos administrados por personal cualificado y denunciando las insinuaciones como ataques difamatorios.
En su comunicado la empresa destacaba que la fundadora es «Asistente Médico Certificado por la Junta» y que la clínica presta servicios a una clientela de alto perfil, tanto en sus instalaciones como a domicilio, con protocolos para la privacidad y una oferta de potenciadores para salud, energía, belleza y rendimiento atlético.
Sanción antidopaje y consecuencias deportivas
El episodio no quedó en el terreno de la reputación: la Agencia Española Antidopaje abrió diligencias para verificar si el tratamiento violaba la lista de prohibiciones de la WADA.
En febrero de 2018 Nasri fue sancionado inicialmente con una suspensión de seis meses. En el verano de ese mismo año la sanción se amplió a 18 meses, con efecto retroactivo a julio de 2017, por uso de un método prohibido conforme a la subsección M2, párrafo 2 de la lista de la WADA. La UEFA informó que el CEDB decidió suspender a Nasri por seis meses por violación del Código Mundial Antidopaje y las regulaciones antidopaje de la confederación, y el proceso culminó en la mencionada sanción extendida que le impidió competir hasta noviembre de 2018.
Entre tanto, su rendimiento y protagonismo habían caído: en marzo de 2017 fue expulsado por un supuesto cabezazo a Jamie Vardy en la eliminación del Sevilla frente al Leicester City en la Liga de Campeones, una imagen que contribuyó a sellar su salida de la élite.
Los últimos capítulos: Turquía, Inglaterra y Bélgica
Tras expirar su contrato con el Manchester City, Nasri firmó por el Antalyaspor turco para la temporada 2017-18; jugó ocho partidos antes de un breve paso por el West Ham y, finalmente, en 2019 se reunió con Vincent Kompany en el Anderlecht para la 2019-20, que sería su última temporada antes de retirarse a los 34 años.
Reflexiones del propio Nasri
En entrevistas posteriores, Nasri atribuyó al episodio de Drip Doctors y a la sanción la decadencia de su carrera. En declaraciones a L’Equipe en 2019 explicó que viajó a Los Ángeles enfermo —»sufría de vómitos, fuertes dolores de cabeza, estaba vacío»— y que aceptó el goteo sin ser plenamente consciente de las normas antidopaje: «No conocía las reglas… Dije OK. No conocía las reglas. Y eso, por cierto, debería servir como lección a todos los jóvenes jugadores, para leer adecuadamente las reglas antidopaje, para realmente prestar atención, porque todo puede ir en una dirección completamente diferente.»
Nasri aseguró haber facilitado documentación para demostrar que no había consumido productos dopantes y, con honestidad dolorosa, relató el impacto humano del proceso: «Estaba destruido porque pensé que me iban a suspender por dos años. No quería jugar más después de eso… Estaba perdido, ansioso y enojado con todo.»
Epílogo
Del efímero epítome del talento al desprestigio público; de promesas cumplidas en la técnica a decisiones que marcaron el cierre de un ciclo. La trayectoria de Nasri recuerda que la carrera de un futbolista no se define solo por goles y asistencias, sino por la gestión de la salud, la prudencia en lo personal y la caótica memoria de las redes sociales. Para los jóvenes profesionales, su caso queda como advertencia y enseñanza: conocer las reglas, proteger la imagen y medir los riesgos fuera del césped.