Messi replantea su juego: ahorro de energía y máxima efectividad
A los 38 años Lionel Messi sigue provocando la misma pregunta: ¿cómo mantiene ese nivel, casi intacto, temporada tras temporada? La explicación no es mágica: ha afinado la lectura del juego y se volvió experto en conservar fuerzas. Camina hacia los espacios, se posiciona, dosifica los esfuerzos y después produce los sprints justos para recibir y decidir. Con esa economía de movimiento sigue explotando huecos minúsculos sin desgastarse en carreras interminables.
Y cuando Inter Miami no tiene el balón, la versión habitual de Messi es menos exigente físicamente: presiona poco y sus estadísticas defensivas no son llamativas. Hasta el domingo por la noche ante Cincinnati, cuando algo cambió: empezó a correr. Bloqueó líneas de pase, achicó espacios hacia Evander y, antes del tercer gol de los Herons, retrocedió a su propia mitad, recuperó la pelota y asistió a Allende. “Sabemos de lo que Leo es capaz, lo demuestra cada fin de semana. Hoy, hizo otro trabajo increíble sin el balón, porque ya sabemos de lo que es capaz con él”, dijo Javier Mascherano tras el partido.
Una exhibición completa
En lo estrictamente ofensivo, la actuación fue monumental. Messi creó ocho oportunidades, firmó tres asistencias y abrió el marcador. Rompió un récord de la MLS al acumular 12 contribuciones de gol en una sola postemporada (con hasta dos partidos aún por disputar). En sus últimos siete encuentros suma 11 goles y 11 asistencias, lo que le deja un promedio inquietante: una contribución de gol cada 28.6 minutos.
- Creó ocho chances y dio tres asistencias en el partido frente a Cincinnati.
- Registró la cifra histórica de 12 participaciones en goles en una sola campaña de playoffs.
- En siete partidos: 11 goles y 11 asistencias.
- Promedio global: una contribución cada 28.6 minutos.
Más que estadísticas
Los números son brutales, pero no cuentan todo. En el partido hubo jugadores con más toques que Messi —cinco compañeros lo superaron—: Sergio Busquets y Rodrigo De Paul fueron dos de ellos. Tres futbolistas tuvieron más presencia dentro del área rival y Jordi Alba dio más pases al último tercio. Aun así, Messi lideró en regates completados y entre los atacantes fue el que tuvo mayor porcentaje de pases efectivos.
Los momentos, sin embargo, definen la jornada. La jugada del primer gol nació desde él: recogió cerca de la línea media, soltó y aceleró hacia el área para peinar el balón y anotar —fue su gol de cabeza número 30 en su carrera—. La segunda asistencia fue un giro y una entrega milimétrica con el interior del pie izquierdo a Mateo Silvetti; la tercera, con el exterior del pie derecho a Allende. Dos asistencias quirúrgicas que rasgaron la defensa. Y siempre los detalles: amagues de hombro, elecciones de ángulo imposibles, ese sello de brillantez clásica de Messi.
Contexto del equipo: defensas, ausencias y ajustes
Messi fue el MVP la temporada pasada y sería sorpresa si no reclamase el premio otra vez este año. Está cerca de batir el récord de participación en goles de una temporada que posee Carlos Vela (LAFC). Pero la realidad para Miami no fue sencilla durante el año: defensivamente el equipo mostró debilidades continuas.
- Montajes tácticos erráticos y falta de piernas en mediocampo y en el eje central.
- Maxi Falcón mostró irregularidad; Noah Allen, con 21 años, todavía evidencia juventud en su juego.
- Marcelo Weigandt e Ian Fray tuvieron actuaciones inconstantes en el lateral derecho.
- Sergio Busquets, ya con limitaciones de movilidad, no puede cubrir lo que antes sí hacía.
En el tramo de playoffs, sin embargo, algo cambió: Silvetti aportó recorrido, Messi entregó más intensidad sin balón y la presión sobre el rival mejoró. También ayudó la ausencia de Luis Suárez —suspendido para el tercer partido ante Nashville y relegado al banco el domingo—: un asunto que redujo ciertas complicaciones ofensivas y de convivencia táctica.
Cincinnati tuvo opciones al comienzo del encuentro pero no las aprovechó. Evander, habitual desequilibrante de la MLS, sigue sin convertir en playoffs a lo largo de su carrera, algo llamativo frente a su voracidad en temporada regular. Aun así, la lectura más prudente es que Miami armó alrededor de Messi una estructura defensiva más sólida que le permitió brillar sin tanto riesgo.
Las cifras lo confirman: Miami ha concedido apenas 1.01 xG en contra en los playoffs y solo recibió un gol desde jugada abierta en esta fase. La defensa, por fin, dio un paso adelante cuando más importaba.
El panorama de la MLS y la pregunta inevitable
Este año la liga mostró un desequilibrio claro: la Conferencia Este fue superior al Oeste. Los tres mejores del Este sumaron más puntos que el mejor del Oeste; además la zona Este tuvo mayor profundidad con equipos como Columbus Crew y Nashville SC situados sexto y séptimo, frente a Austin y Dallas en el Oeste.
Miami, entre viajes, varias competiciones y exigencias, tuvo una hoja de ruta más compleja. El precedente reciente hablaba en contra: no ganaba en el TQL Stadium en partidos de MLS desde 2021 y en la temporada regular había perdido 3-0 en ese mismo escenario. Sin embargo, esta vez fueron a la casa del mejor equipo de la conferencia y se impusieron con contundencia.
¿Quién puede detener ahora a Inter Miami? Filadelfia parecía la respuesta lógica, pero cayó ante un renacido NYCFC. En la final de la MLS Cup Miami tendría la ventaja de jugar en casa contra el superviviente del Oeste. San Diego y Vancouver son rivales de peso —Vancouver ya venció a Miami en abril en el Chase Stadium—, pero la versión actual de los Herons parece otra muy distinta a la que perdió 3-1.
Conclusión
El efecto Messi sigue siendo el factor más determinante: goles, asistencias y esos instantes que cambian un partido. Hará falta un esfuerzo colectivo para coronar la temporada, pero cuando el interruptor se prende, Inter Miami se vuelve casi imposible de contener. ¿Quién los detiene ahora? Esa es la pregunta que flota en el aire, y la respuesta empezará a resolverse en las próximas semanas.