Lanús campeón de la Sudamericana gracias a sus referentes
En Asunción, Lanús cerró una noche histórica: la Copa Sudamericana quedó en manos del club granate tras vencer a Atlético Mineiro en la definición por penales (5-4) después de un 0-0 en los 90 minutos. Detrás del título hubo decisiones personales, retornos calculados y la consolidación de un grupo que, desde la experiencia, devolvió al equipo el lugar protagónico que la hinchada reclamaba.
El regreso de los referentes
Carlos Izquierdoz regresó a Lanús a mediados de 2024 con dos metas claras: recuperar el mejor nivel tras una temporada irregular en Sporting de Gijón y pelear por títulos con el club que lo formó. Apenas selló su vuelta, el zaguero se comunicó con Eduardo Salvio —que estaba por desvincularse de Pumas de México— para proponerle evaluar el retorno. “Toto, con el plantel que hay, si venís estoy seguro de que vamos a pelear y a estar muy cerca de algún título”, le dijo Cali, según cuentan desde el club. Salvio firmó y Lanús pudo recuperar dos baluartes de la casa.
Esos regresos se sumaron al talento de Marcelino Moreno y a la tenacidad de Lautaro Acosta. Cuatro piezas que conformaron una base experimentada, identificada con la institución, y que no dudaron en volver para dejar todo por la camiseta granate. Volvieron a tiempo.
Liderazgo y grupo: la columna vertebral
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Carlos Izquierdoz: El entrenador Mauricio Pellegrino se apoya en su liderazgo dentro del vestuario. “Fuimos campeones porque tenemos un grupo extraordinario, un cuerpo técnico increíble y dirigentes que dan todo por Lanús. Y, sobre todo, por la gente, que nos apoya y exige”, dijo Izquierdoz a LA NACION tras la consagración.
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Eduardo Salvio: Para Toto, lo fundamental fue la unión del grupo. “Esto no es el esfuerzo de un partido. Es el de muchos días y noches, siempre tratando de pelear y de estar a la altura. Junto con la gente nos fuimos ganando un respeto”, afirmó el delantero.
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Mauricio Pellegrino: “Me ayuda mucho contar con líderes como Izquierdoz, Salvio, Acosta y otros jugadores de experiencia, fundamentales en el día a día. En cualquier vestuario, el liderazgo es un capital”, dijo el entrenador a LA NACION, destacando el peso de los referentes en la convivencia y en la exigencia.
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Nicolás Russo: El presidente también reconoció el valor del plantel: “Son todos jugadores muy comprometidos con la institución. Tenemos hombres de experiencia y de mucha valía. Eso es fundamental para el grupo porque los chicos tienen de dónde aprender y reflejarse”.
Cuatro historias que explican el título
El póquer de referentes —Izquierdoz, Salvio, Marcelino y Acosta— combina recorrido, identificación y hambre de gloria. Cada uno aportó desde su lugar:
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Carlos Izquierdoz
Tras su salida de Lanús en 2014, Cali acumuló pasos por Santos Laguna (México), Boca y Sporting de Gijón (España). Volvió con la intención de retirarse en su club de origen y lo hizo redefiniendo su rol de caudillo: carácter, presencia y ascenso sobre los más jóvenes, dentro y fuera de la cancha.
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Eduardo Salvio
Salvio se fue joven y dejó un ingreso importante al club: en 2010 Atlético de Madrid pagó cerca de 12 millones de dólares por el delantero, aunque su mayor recorrido en Europa fue en Benfica (2010-2019). Integró la selección que fue al Mundial de Rusia con Jorge Sampaoli, pasó por Boca y por Pumas, y volvió a Lanús a mediados de 2024. “No tuve que pensarlo mucho cuando me decidí a volver. Mi idea es ganar algo con el club en el que empecé y me dio todo. Estoy muy feliz de estar acá”, declaró Toto, ya con 35 años.
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Lautaro Acosta
El símbolo de la pertenencia. Campeón juvenil en el Apertura 2007 bajo la conducción de Ramón Cabrero, fue vendido a Sevilla por cerca de 10 millones de dólares —una cifra enorme para la época— y tuvo pasos por Racing de Santander y Boca sin terminar de consolidarse en Europa. Volvió y reconstruyó su carrera en Lanús: campeón de la Copa Sudamericana 2013, del torneo Inicial 2016, de la Copa Bicentenario 2016, de la Supercopa Argentina 2017 y ahora de la Sudamericana 2025. Su impacto lo llevó a recibir una estatua del club a principios de 2019.
A los 37 años, con la rodilla avisando que el final se acerca, Acosta cosecha la identificación con la camiseta. También tuvo un tramo oscuro: problemas personales con su pareja lo llevaron a la Justicia y, a mediados de 2023, el club lo licenció hasta que el caso se resolvió. Sobre el penal que erró en la final de la Sudamericana, el Laucha dijo: “Quise patearlo como lo hubiera hecho cualquiera de los hinchas. Con todo para arrancarle la cabeza al arquero. Era el penal más importante de mi vida, pero el destino tenía preparada otra jugada. Si perdíamos por mi culpa, me mataba”.
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Marcelino Moreno
Producto de las inferiores granates, Marcelino buscaba su primer título con el club. Fue vendido a Atlanta United en 2020 por casi 7 millones de dólares y tuvo un paso por Coritiba antes de regresar a Lanús a principios de 2024. Llegó en momentos turbulentos: el equipo no despegaba y la permanencia en Primera podía verse comprometida. Moreno fue clave para salir del bache con su amague y gambeta. Curiosamente le costó convertir: pasaron casi tres años y 81 partidos hasta que volvió a festejar un gol con la camiseta de Lanús, en la victoria 2-1 ante Belgrano. Aunque no fue su mejor partido en la final, su contribución a lo largo de la campaña fue determinante.
La imagen que lo resume todo
Al final de la final quedó una postal elocuente: Izquierdoz le cedió la cinta de capitán a Lautaro Acosta, que ingresó cuando faltaban dos minutos para que se cumpliera el tiempo adicionado. “Laucha se lo merecía. Es todo en este club, importantísimo en el vestuario. Era el que nos daba energía cuando las cosas no salían. El que se mataba entrenando por más que tuviera dolores. Él nos contagia a todos lo que es Lanús”, explicó Izquierdoz.
Lanús tiene hoy referentes que muestran el camino: hombres que volvieron al lugar que los vio nacer, que entendieron el valor del club y que, con liderazgo y compromiso, llevaron el equipo hasta una nueva conquista continental. El Granate encontró quién lo sostenga.