Asunción fue escenario de la noche más grande de Lanús

En el Defensores del Chaco, con la ciudad paraguaya a reventar de hinchas granates, Lanús cerró una página importante de su historia: campeón de la Copa Sudamericana. El 0-0 frente a Atlético Mineiro terminó definiéndose por penales y la ilusión, contenida durante 120 minutos de lucha, estalló cuando Nahuel Losada desvió tres remates y el Granate venció 5-4 en la definición.

Una fiesta forjada en la experiencia y el sacrificio

El triunfo no llegó por casualidad. Fue el resultado de una estructura construida con paciencia: jugadores curtidos por golpes anteriores, una dirección técnica que supo ensamblar piezas y una hinchada que acompañó en masa. Lanús sumó su tercer título internacional —tras la Conmebol 97 y la Sudamericana 2013— y lo hizo desde la resistencia, el orden y la convicción.

  • El estadio, repleto, ofreció un marco histórico para una final que mantuvo la tensión hasta el último suspiro.
  • La defensa fue la columna vertebral: José Canale se impuso como líder y Carlos Izquierdoz confirmó su promesa de irse con un título.
  • El equipo sufrió físicamente, pero encontró respuestas colectivas cuando faltó brillo individual.

Nahuel Losada, figura de una definición para el recuerdo

Losada fue la llave de la noche. Además de intervenir con valentía en el juego, volando contra un palo para desviar un remate de Vitor Hugo, fue decisivo en la tanda: tres atajadas en una definición electrizante que coronaron al club. Su mano a mano salvador ante Igor Gomes, ya casi sin tiempo, quedó entre las imágenes de la final.

Los pilares del equipo y los que dieron la entrega

Más allá del arquero, el equipo contó con nombres que cargaron el partido cuando faltó fútbol: José Canale y Carlos Izquierdoz, garantes del duelo físico; Rodrigo Castillo, que se puso el traje de luchador; Marcelino Moreno y Eduardo Salvio, referencias que entregaron lo suyo cuando el talento no alcanzó.

Y la emoción extra tuvo apellido: Lautaro Acosta, récord de presencias con 429 partidos y ya con estatua en el club, ingresó apenas unos minutos y tuvo en sus pies el cierre perfecto para una carrera que merecía otro final que un penal fallado.

El entrenador y la justicia poética

Mauricio Pellegrino, cuya imagen puede parecer contenida, fue el artífice que encajó piezas. Curiosa ironía del destino: él mismo, cuando jugaba en Vélez, había sido protagonista de la jugada que en 1998 le negó un título a Lanús al impedir con una heroica acción el gol de Gustavo Bartelt. Ahora, como técnico, quedó a mano con el club del sur.

Horas antes del partido, el presidente Nicolás Russo había lanzado una frase que sonó profética: “Si ganamos, nos recibimos de grandes”. Lanús dio un paso gigantesco hacia ese sueño.

El rival, la batalla y el desgaste

Atlético Mineiro, con Jorge Sampaoli al mando, fue un adversario impredecible: capaz de ferocidad colectiva y, en momentos, de perder verticalidad. El partido fue una sucesión de embestidas brasileñas y resistencias granates. Bernard estrelló un tiro libre en el poste izquierdo de Losada; Germán Cano vio otro remate suyo dar en el palo en el Maracaná en una instancia anterior de la Copa; y Dylan Aquino había marcado sobre la hora en un duelo con Central Córdoba que también llevó a Lanús a los penales en otra fase del torneo. La fortuna, esa vieja compañera de los campeones, apareció en instantes decisivos.

El desarrollo fue físico y áspero: Mineiro dominó buena parte del juego, pero le faltó profundidad. Ahí crecieron Canale e Izquierdoz, cuyo mano a mano con Hulk y la pelea en el área fueron más de gladiadores que de figuras de póster.

Los cambios, el cierre y la definición por penales

Pellegrino apostó por la continuidad en el armado: Carrera en el medio y Gonzalo Pérez reconvertido de central a lateral derecho para aportar solidez en la marca. En el tramo final, los ingresos de Dylan Aquino, Armando Méndez, Franco Watson y Juan Ramírez le dieron al equipo aire y dinámica, conteniendo los intentos del rival y aportando frescura ofensiva.

El tiempo suplementario estiró el desgaste y puso a prueba la serenidad mental: control de fuerza, nervios y precisión se convirtieron en la clave. En la tanda, la frialdad en el arco de Losada y la firmeza de la defensa sellaron la consagración.

Qué significa este título para Lanús

Más que una copa, es la confirmación de un proceso. Tras la final perdida ante Defensa y Justicia en enero de 2021, cuando la pandemia provocó un recambio abrupto y la llegada masiva de juveniles, este Lanús se presenta más curtido: mezcla de experiencia y recambios puntuales. Los malos recuerdos frente a Mineiro —aquellas derrotas en finales pasadas— quedaron atrás. La historia se torció esta vez a favor del Granate.

Tal vez lo logrado en Asunción sea apenas el comienzo de un proyecto de grandeza. Pero, por ahora, la tierra se abrió: Lanús levantó la Sudamericana, se abrazó a su gente y dejó en el aire una noche para la memoria.