Un título que tardó en llegar
Más de una década después de estrenarse como director técnico y recordando su etapa como ayudante de Rafa Benítez —de quien se considera discípulo—, Mauricio Pellegrino celebró por primera vez un campeonato como entrenador. La conquista llegó con Lanús, club al que arribó a comienzos de este año sin vínculos afectivos previos con el Granate y sometido en los primeros meses a la mirada crítica de los hinchas por un rendimiento irregular. En esos momentos de dudas, el presidente Nicolás Russo fue su sostén principal y nunca puso en riesgo su continuidad.
Longaniza: la calma como sello
Marcelo Araujo bautizó al entrenador con el apodo de “Longaniza” y, fiel a esa imagen, Pellegrino mantuvo la tranquilidad y la compostura. Es un técnico racional: busca el equilibrio entre atacar sin descuidar la solidez defensiva y evitar que la protección del arco propio derive en un conservadurismo extremo. “Hicimos una gran copa, yendo de menos a más. Este equipo se lo merece, estoy muy contento por los jugadores, también por el club y la locura de todos estos hinchas que hicieron un gran esfuerzo para acompañarnos hasta acá”, fueron sus primeras palabras tras el título.
La noche en Asunción y el héroe inesperado
En la calurosa Asunción, Lanús se consagró tras 120 minutos sin goles en el Estadio Defensores del Chaco y una definición por penales dramática. Nahuel Losada emergió como figura: decisivo con tres atajadas —una mano a mano clave frente a Igor Gomes cerca del final de los 90 minutos— y con intervenciones determinantes en la tanda, que incluyó tres penales errados por el rival.
El vínculo entre Pellegrino y Losada
Pellegrino recordó su relación con el arquero: lo conoció en Estudiantes cuando Losada era tercer arquero. “Cuando lo volví a ver acá, después de 12 años, le di un abrazo y me dijo ‘no soy el mismo’. Se curtió mucho y está en un gran nivel”, contó el DT. Fiel a su racionalismo, durante los penales Pellegrino confesó que practicó una cábala: “En el primer penal que tapa Nahuel no miré y dije ‘bueno, es por acá’ y no vi más los penales”.
El final de la carrera de un emblema
En pleno festejo dentro del campo, Pellegrino abrazó a Lautaro Acosta y lo mandó a celebrar con el resto: pese a que Acosta había lanzado por encima del travesaño el quinto penal —el que podría haber definido antes el título—, el DT sostuvo que el jugador merecía tanto la conquista como sus compañeros. Pellegrino asumió la responsabilidad de administrar el tramo final de la carrera del ídolo: Acosta confirmó que se retirará una vez que finalice la participación de Lanús en los play-offs del Torneo Clausura.
“En las prácticas, Lautaro había metido todos los penales”, recordó el entrenador sobre el emblema granate, quien ingresó a los 14 minutos del segundo tiempo del suplementario justamente para la definición. “Tanto Lautaro como el Cali (Carlos Izquierdoz) y el Toto (Eduardo Salvio) cumplieron un papel fundamental. Cualquier grupo o emprendimiento necesita de gente positiva, que dé el ejemplo. Es el estilo de liderazgo que más me gusta. Las personas no son tanto lo que dicen, sino lo que hacen para que vean los más jóvenes. Me ayudaron mucho porque tienen autogestión. Si yo me corro, el equipo sabe hacer muchas cosas liderando desde adentro”, analizó Pellegrino desde el campo.
Trayectoria y decisiones previas
La carrera del entrenador tuvo capítulos en España (Valencia, Alavés, Leganés y Cádiz), Inglaterra (Southampton, donde dirigió los comienzos de Virgil van Dijk), Chile (Universidad de Chile) y la Argentina (Estudiantes, Independiente, Vélez y ahora Lanús). En Cádiz vivió una experiencia opuesta a la de Lanús: tomó al equipo en una situación comprometida y no pudo evitar el descenso. Aunque su continuidad estaba asegurada si mantenía la categoría, decidió alejarse y regresar a la Argentina, país que siempre extraña.
Pasó un semestre sin trabajar, rechazó una propuesta de Independiente y aprovechó parte del tiempo para seguir a su hijo Mateo, entonces centrodelantero de Platense y hoy en Parma. Durante ese seguimiento quedó prendado del rendimiento del lateral Sasha Marcich, cuya contratación recomendó en cuanto asumió en Lanús. De ese modo empezó a recomponer los laterales tras las salidas de Julio Soler y Juan Cáceres.
El camino hacia la Copa Sudamericana
- Temporada anterior: Lanús había llegado a semifinales y fue eliminado por Cruzeiro, en una serie en la que el arbitraje influyó en el resultado.
- Fase de grupos: el torneo arrancó con un 2-2 contra Academia Puerto Cabello en Venezuela. Lanús terminó primero en la zona, cuatro puntos por encima de Vasco da Gama, y se evitó el play-off de los 16avos.
- Octavos: pasó a costa de Central Córdoba (Santiago del Estero) tras perder de visitante y ganar en la Fortaleza, con algo de fortuna en la definición por penales.
- Cuartos: eliminó a Fluminense con un 1-0 en La Fortaleza y un 1-1 en el Maracaná, mostrando temperamento en Brasil.
- Semifinales: fue especial por el cruce con Universidad de Chile, club que Pellegrino había dirigido. Los chilenos habían avanzado en una llave polémica contra Independiente mediante un fallo de Conmebol. Lanús representó al fútbol argentino: 2-2 en Santiago (sin público) y 1-0 en La Fortaleza sellaron la clasificación.
El ritual del campeón y la vuelta a la exigencia
Como todo técnico ganador, Pellegrino recibió el tradicional baño de sus jugadores durante la conferencia. Pero el semblante serio y concentrado no tardó en reaparecer: “Estoy muy agradecido, pero mañana ya tenemos que concentrarnos en el partido del miércoles [Tigre, por los octavos de final del Clausura], que también queremos ganarlo”, afirmó, marcando el equilibrio entre celebración y la obligación de mirar hacia adelante.
La Copa Sudamericana quedó en manos de Lanús como su tercer título internacional, y Pellegrino, el estratega metódico que por una noche cedió a la cábala, firmó así su primer gran festejo como entrenador.