Un recuerdo que volvió a brillar

Hace poco más de 88 años Lanús regresó de Asunción con un trofeo que hoy descansa en el primer piso de la sede de la Avenida 9 de Julio, en el Museo Granate. No forma parte del palmarés oficial, pero su historia —reconstruida por Olé con la colaboración de los investigadores paraguayos Andrés Riquelme y Fabián Chamorro y del colega lanusense Néstor Bova— revela un viaje cargado de anécdotas, acuerdos económicos y camaradería futbolera.

El porqué de la gira y las condiciones

En 1937, con motivo del IV Centenario de la fundación de Asunción, la Liga Paraguaya invitó a Lanús a disputar una serie de amistosos. La misiva llegó el 28 de julio y el club del sur del Gran Buenos Aires aceptó con condiciones claras: pasajes y estadía pagas para 19 personas (15 jugadores, el director técnico y tres delegados) y el 50% de la recaudación por entradas en los tres partidos pactados para los días 15, 17 y 18 de agosto.

Es importante recordar que no se trató de un torneo oficial: fueron tres encuentros amistosos independientes organizados por la Intendencia capitalina y la Liga Paraguaya de Football. Aun así, de aquella gira quedó una copa con la inscripción —probablemente tallada a mano—: «15 de agosto de 1937 – IV Centenario de Asunción – Intendencia Municipal».

El enlace paraguayo: Fleitas Solich

Manuel Agustín Fleitas Solich fue el puente entre ambos países. Nacido en Asunción, el «Brujo» había tenido paso como jugador por Boca, Racing, Platense y Talleres de Escalada; se retiró en 1933 y comenzó su carrera de entrenador en 1934. Tomó a Lanús en 1937, cuando el equipo había arrancado fuerte el torneo doméstico, pero impulsó la aceptación de la invitación desde su país en plena temporada.

Preparativos, ausencias y el embarque

  • Lanús adelantó un partido con Huracán (victoria 3-2) para poder embarcar esa misma noche desde la Dársena Sud en el vapor de la Carrera.
  • No viajaron Juan Manuel Baigorría (por la internación de su hermano), el capitán Luis Villa ni Agustín Válido (en conflicto con la institución y que jugaron en Brasil).
  • Por cuestiones logísticas, un reducido grupo viajó en tren hasta Rosario y, acompañado por el arquitecto Carlos Pointis —socio fundador, dirigente y autor del escudo del club— se embarcó en el navío Berna para alcanzar al resto de la delegación.

Asunción: sedes, entradas y transmisión

En la capital paraguaya la expectativa fue grande. Lanús debutó el 15 de agosto en la cancha de Guaraní, en el barrio Dos Bocas, y luego enfrentó a Cerro Porteño y a Olimpia. Las entradas populares costaron 50 pesos de curso legal y las plateas en el campo de juego llegaron a 100. Además, se repartieron 2.000 ingresos sorpresa en cajas de cigarrillos Foot-Ball, y los árbitros cobrarían 700 mangos por partido.

Cada jornada incluyó un preliminar de juveniles (Cuarta Especial) y el partido principal se programó a las 15:30 para aprovechar la luz natural. Las radios ZP9 Radio Prieto y ZP4 Radio Continental obtuvieron derechos de transmisión.

Los encuentros no se jugaron en el estadio de Puerto Sajonia (hoy conocido como Defensores del Chaco) porque, por decreto de 1932, ese campo había sido destinado a acantonamiento militar durante la Guerra del Chaco y recién en 1937 fue devuelto a la Liga, aunque con necesidad de reconstrucción.

Formación y resultados

Según el libro Cincuenta Años de Historia Azulgrana, Lanús viajó con esta formación inicial:

  • José María Pérez;
  • Héctor Vidal y Alfredo Sebastián Luaces;
  • Pedro Basterra, Juan Alonso y Juan Sulpicio;
  • Julio Argentino Roca, Benito Matas, Alberto R. Casco, Daniel Juan Pícaro y José María Cordero.

Entre los relevos aparecían Sebastián Geijo, Mateo Pergolezzi, Alberto Paseggi, José María Cordero (también mencionado entre los suplentes) y Pascual Severino. Fleitas Solich, además, actuó como informante para el diario porteño La República.

En lo deportivo, Lanús debutó ante casi 7.000 espectadores: perdía 1-0 con Guaraní pero lo dio vuelta con un gol de Matas a los 33′ del segundo tiempo y otro de Pícaro a los 39′, para llevarse la victoria. Luego empató 1-1 con Cerro Porteño, con anotación otra vez de Matas. El último partido contra Olimpia registra versiones encontradas: en los libros de Olimpia figura un 4-1 a favor del local, la prensa paraguaya habló de 4-3 y desde Argentina se consignó una derrota 0-2 ante un combinado de la Liga.

Agasajos, la copa y el retorno

Además del roce internacional y del ingreso económico, la delegación recibió un agasajo: un banquete en el Círculo Italiano para 50 invitados, una medalla de oro como reconocimiento por parte de la Comisión Directiva del Club Ciclón y la Copa entregada por la Intendencia al término del primer encuentro —ese trofeo con la leyenda de agosto de 1937 que hoy puede verse lustrado en el Museo Granate.

La resaca deportiva: la caída en la liga

Al regresar a Argentina el equipo acusó el cansancio y sufrió una racha adversa: perdió consecutivamente 2-3 con Quilmes, 2-3 con River, 2-4 frente a Tigre, 2-7 ante Atlanta y 1-2 con Talleres de Escalada. El 30 de septiembre se tomó la decisión de apartar a Fleitas Solich y un día después se anunció a Santiago León Amatrain como su reemplazo, que tampoco pudo torcer la mala racha: 0-2 con Gimnasia La Plata y 0-5 frente a Racing cerraron siete caídas seguidas y dejaron a Lanús 13° en la tabla de aquel torneo.

El legado de Fleitas Solich

La historia no terminó mal para el «Brujo»: Fleitas Solich volvió a dirigir a Lanús en 1946, fue técnico de Quilmes y Newell’s en Argentina, lideró a Paraguay en el Mundial de 1950 y condujo al primer título sudamericano de Paraguay en 1953. Pasó por Real Madrid en 1960 y dejó su huella en Brasil, dirigiendo a Flamengo, Fluminense, Corinthians, Palmeiras, Bahía y, entre 1967 y 1968, a Atlético Mineiro.

Hoy: entre la nostalgia y la esperanza

La copa de 1937, humilde en su génesis y discutida en su valor competitivo, forma parte de la galería de recuerdos granates. En vísperas de clásicos y finales internacionales —y frente al Atlético Mineiro, club que también dirigió Fleitas Solich décadas después— la ilusión de que el Museo Granate llegue a tener ocho copas «de las buenas» no deja de crecer. En 1937 Lanús se trajo una desde Asunción; quién sabe si la historia no guarda otro guiño del destino.