Derrota en Stamford Bridge: errores que pesan

Que ganar en Stamford Bridge iba a ser una empresa complicada lo sabía cualquiera que entendiera el contexto. Lo que nadie esperaba fue la imagen deshilachada que mostró el Barcelona: más allá del rival, fueron los errores propios los que dictaron sentencia y obligan a tomar decisiones urgentes.

La losa de jugar con diez

Dejar al equipo con diez futbolistas durante toda la segunda mitad, en casa del Chelsea, fue una carga imposible de sostener. Esa situación no surgió por casualidad sino por una temeridad de Ronald Araujo incomprensible desde la responsabilidad que implica el brazalete.

  • Protestar una decisión arbitral es legítimo, pero el capitán debe saber que el gesto no lo exime de una amonestación.

  • Faltó autocontrol: arrollar a Cucurella a un minuto del descanso cuando ya tenía tarjeta amarilla fue una imprudencia grave.

  • Que esto no sea un hecho aislado agrava la cuestión: a un capitán se le exige un plus de temple y liderazgo.

El inexplicable autogol de Koundé

Si la expulsión condicionó la segunda mitad, antes había acontecido otro desatino que terminó por hundir al equipo: el autogol de Jules Koundé. El defensor francés, de habitual entrega y calidad, empujó el balón a su propia red tras un extraño taconazo, un movimiento poco acorde con su nivel y totalmente innecesario.

Dos errores, un naufragio

En definitiva, fueron dos despropósitos puntuales —la acción temeraria de Araujo y el autogol de Koundé— los que provocaron el naufragio colectivo. El Barça, además, jugó sin alma ante un rival que supo aprovechar esos fallos. Hoy no alcanza con exigir mejor fútbol: hace falta evitar errores graves que, si se repiten, podrán costar partidos aún más dolorosos en el futuro.