Un córner que desnudó una realidad

En St James’ Park Gianluigi Donnarumma estuvo a centímetros de conceder un ‘Olímpico’ tras un balón parado de Sandro Tonali que Josko Gvardiol desvió. El portero permaneció en el suelo unos segundos y, cuando se incorporó, no pudo contener el bombardeo aéreo: el cabezazo de Bruno Guimarães dio en el poste y Harvey Barnes empujó el rebote. Donnarumma explotó por el contacto recibido de Barnes en el córner, una protesta dirigida al árbitro Sam Barrott que le costó su tercera tarjeta amarilla en nueve partidos de la Premier League —le quedan dos para una suspensión.

Contexto disciplinario

La indisciplina no es un novedad en su expediente. Antes de aterrizar en Inglaterra, Donnarumma acumuló 29 tarjetas amarillas y dos rojas entre su debut con el AC Milan en 2017 y su incorporación al City en 2025. Si mantiene el ritmo actual de amonestaciones, se enfrentaría a una suspensión cada 15 partidos.

Reacciones en el campo

La pérdida de compostura no fue exclusiva del guardameta. Pep Guardiola descargó su enfado contra Barrott y, de forma sorprendente, también contra un camarógrafo; Rubén Dias pidió reglas más claras: «¿Dónde está el sentido de que su jugador empuje a nuestro portero fuera del gol? ¿Qué estamos permitiendo y por cuánto tiempo?»

Guardiola, más pragmático, puso el foco en la adaptación: «Él cree que cuando va allí y toca el balón, no estaba estable. ¿Qué puedo decir? Gigio aprenderá.» Y esa es la clave: la Premier League no va a amoldarse a las raras sensibilidades de un recién llegado.

La naturaleza de la Premier

El contacto físico es uno de los rasgos del fútbol inglés de primer nivel; no es la primera vez que un portero se sorprende. El nuevo arquero del Manchester United, Senne Lammens, resumió el panorama el mes pasado: «Nunca he visto a los jugadores salirse con la suya con las cosas que le hacen al portero. A veces se convierte en una guerra dentro del área pequeña. Te agarran y te retienen, y hacen de todo, y generalmente los árbitros permiten que el juego continúe. Esta es la naturaleza de la Premier League, y tienes que adaptarte a ello y entrenar para ello, pero es algo malo para cualquier portero.»

En la misma línea, Rubén Amorim se mostró sorprendido por la relevancia de las jugadas a balón parado en Inglaterra en comparación con Portugal: «Es lo único que siento aquí es completamente diferente de cuando juegas en el extranjero, el contacto con los defensores, especialmente los porteros.»

Errores que invitan a atacarlo

  • Fue la segunda vez en un mes que Donnarumma quedaba expuesto en un córner; ante el Bournemouth se enfureció creyendo que David Brooks le sujetó el brazo mientras esperaba el centro. No impidió su llegada al balón, pero su puñetazo fue pobre y Tyler Adams aprovechó el rebote para marcar.
  • Esa reacción airada hacia el árbitro Anthony Taylor —y otra protesta en el entretiempo— no generó simpatías, sobre todo por la calidad técnica del puño fallido.
  • En el primer minuto contra Newcastle cometió otro despiste: un pase corto e imprudente a Foden cerca de su área permitió a Joelinton robar y a Barnes disparar a puerta. Aunque luego realizó una parada cómoda, el aviso quedó ahí.

Esos episodios probablemente alertaron a Newcastle cuando analizaron al City y su flanco débil: centros por encima de la cabeza del portero. No será sorpresa si más equipos lo intentan.

Juego desde atrás y expectativas

El fichaje de Donnarumma por el City fue audaz precisamente por su combinación de estatura, reflejos y experiencia en momentos decisivos. Guardiola y su cuerpo técnico, incluyendo al entrenador de arqueros Xabier Mancisidor, valoraron su calidad para resolver situaciones uno contra uno y acciones de clase mundial.

Al mismo tiempo, la temporada ha traído un aumento notable de jugadas a balón parado, saques de banda largos y balones largos que han complicado la adaptación del italiano a su nueva realidad.

Los mejores momentos

  • Debut contra el United: controles sólidos y saques de meta largos hacia campo contrario.
  • Partidos destacados: actuación segura ante Arsenal, doble parada memorable contra Aston Villa y solidez frente al Brentford cuando Igor Thiago se situó detrás de la defensa del City.
  • Guardiola lo elogió tras aquel partido: «Cuando me dijeron que tiene 26 años, es como si hubiera jugado siglos al fútbol. Su compostura, su presencia. Para los porteros en clubes que juegan bien, no concedes mucho, tienes una acción y tienes que salvarla.»

Conclusión: adaptarse o perder protagonismo

El Newcastle, como el Bournemouth antes, dejó a la vista un talón de Aquiles que otros oponentes ya han tomado nota. Donnarumma podría encontrar algo de respiro en la Liga de Campeones contra el Bayer Leverkusen, pero en la Premier los rivales saben cómo atacarlo.

En lugar de buscar culpables en los árbitros, el arquero del City tiene por delante la obligación profesional de ajustar su juego a la guerra aérea y al choque constante de este campeonato. Si no lo hace, Guardiola tendrá razones para plantearse alternativas —como recuperar a James Trafford, curtido en el manejo de centros— y el italiano verá cómo se diluye la paciencia.

Deja de morder el anzuelo.