Desde metáforas la teóloga nos presenta los aportes del caminar de estos dos años después del Sínodo Amazónico y también reflexiona sobre los desafíos que implica el proceso sinodal iniciado por la iglesia y el pueblo de Dios.

Por Carmen Julia Luján C.

La teóloga boliviana, Tania Ávila, durante el encuentro “2 años del Sínodo Amazónico: avances y perspectivas por una Iglesia sinodal” realizó el análisis de los aportes del proceso sinodal y que son fruto del Documento Final del Sínodo y de la Exhortación Querida Amazonía, es decir, del caminar juntos como iglesia.

Para Ávila el proceso sinodal es como un tejido donde todo se entreteje, ahí se encuentra  la interacción del Sínodo Amazónico con el proceso de la Asamblea eclesial de Latinoamérica y el Sínodo sobre la sinodalidad.

Es decir, la interacción entre los tres procesos es como el cruce de los ríos, es decir, un tejido de sinodalidad. Esta metáfora del tejido y de los ríos abre la mirada desde el territorio Amazónico a todo el territorio latinoamericano, y al mismo tiempo, al Sínodo de sinodalidad, todo este afluente como un  camino para hacer una iglesia sinodal.

Para la teóloga, hay seis aportes del Sínodo Amazónico y los presenta en las siguientes metáforas:

Poliedro: Esta diversidad como la del poliedro con caras y realidades distintas pide a la iglesia que sea una iglesia aliada. En el Documento Final del Sínodo Amazónico la iglesia se compromete a ser una aliada de los pueblos indígenas para denunciar los atentados contra la vida de las comunidades.

Mezcla de semillas: Es tiempo de discernir juntos, no solo a nivel personal o institucional, sino en diálogo interinstitucional con pueblos indígenas y decidir cuál semilla o qué combinación de qué semilla es importante para el momento de nuestra historia. Este ejercicio de “discernir juntos” es un reaprender, abrirse a otros modos de pensamiento. Es un desafío.

Raíces:  El Papa Francisco insiste en hacernos cargo de nuestras raíces, es un mensaje no solo para los Pueblos Indígenas, sino para todos los que habitan la Casa Común porque si no tenemos nuestras raíces fuertes no podemos entablar un diálogo.

Espiral: Se está tejiendo sonoridad. Sin el modo de decir de las mujeres no se habían dicho las cosas con tanta fuerza, al final del Sínodo Amazónico el Papa dejo que “no caímos en cuanta de lo que significa la mujer en la iglesia”.  El papel de la mujer de la iglesia va mucho más allá de la funcionalidad y se está trabajando en ese desborde.

Tutuma con agua:   Este símbolo cuando está con agua implica llevarlo con cuidado, buscar el equilibrio necesario y eso genera incertidumbre porque se puede caer. Es un tiempo en que se busca volver al modo eclesial como pueblo de Dios, el que se vivía en el primer milenio. No tenemos la experiencia, no existen certezas, pero sí intuición y voluntad de hacerlo.

Es posible caminar  juntos en una itinerancia interdependiente, buscando el equilibrio,  revisando las relaciones de poder , sanando como seres humanos.

Semilla de maíz negro:   Los procesos que estamos viviendo como iglesia toman tiempo y paciencia como cuando la semilla entra al fondo de la tierra y necesita su tiempo y espacio para crecer, pero no es un proceso eterno que se rompe con vida cuando la semilla brota.

La semilla también es un modo de soñar juntos porque no sabemos cuánto de vida de producto va brotar de una semilla, cuán fértil, y esta cosecha la nutrimos con el presente que es el proceso de escucha del Sínodo de la Amazonía, del proceso de la Asamblea eclesial y el proceso del Sínodo sobre Sinodalidad.

“Es un tiempo de soñar de diseñar, de hacer mientras soñamos es un desafío al que estamos convocados, aquí y ahora”.

 

//Foto Portada: Infodecom

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