
Fallecido hoy, 21 de agosto de 2020, fue un misionero que hizo un gran trabajo en la región de la triple frontera entre Colombia, Venezuela y Brasil como vicario apostólico de Inírida (Guainía), que entendió y puso en práctica lo que es una Iglesia transfronteriza, encarnada en la vida de la gente y que empodera a las comunidades indígenas.
El Vicariato Apostólico de Inírida, en nota firmada por Mons. Joselito Carreño, actual vicario apostólico, expresa que “nuestro primer obispo y pastor, Monseñor Antonio Bayter Abut, nos deja un recuerdo cargado de respeto, admiración y reconocimiento, por su valioso y gran servicio, que ofreció con inmenso amor y gran sentido de compromiso, tanto a la iglesia como a sus muy queridas comunidades indígenas y sociedad civil en general. Nuestras condolencias van unidas, al reconocimiento y gratitud, por el cariño que siempre manifestó a esta hermosa región del Guainía y a sus habitantes. Su nombre, quedará grabado en la memoria de la iglesia, como artífice de paz, amor, solidaridad y buenas obras a favor de la educación, la familia, los marginados y las personas más vulnerables y desfavorecidas de la sociedad”.
Breve biografía
Monseñor Antonio Bayter Abud nació en El Banco (Magdalena) el 8 de octubre de 1933. Realizó sus estudios de primaria en el Colegio Santa Teresa de su pueblo natal, los de secundaria los inició en el Colegio San Francisco Javier también de El Banco y los concluyó en el Seminario Menor del Instituto de Misiones Extranjeras de Yarumal. En el Seminario Mayor del mismo Instituto cursó todos sus estudios de Filosofía y Teología. Ya sacerdote adelantó los estudios de especialización en Pastoral de la Espiritualidad en el Centro de Espiritualidad de los Padres Carmelitas en México.
Recibió la ordenación sacerdotal el 21 de octubre de 1956 en Yarumal, incardinándose al Instituto de Misiones Extranjeras de Yarumal en el que había profesado el 3 de diciembre de 1952.
En el ejercicio del ministerio, se inició en el Vicariato Apostólico de Istmina, hoy Diócesis de Istmina-Tadó, donde desempeñó sucesivamente los siguientes cargos: Vicario Parroquia de San Pablo (1956-1957), Párroco de San Francisco (1957-1958), Párroco en Condoto (1959-1960).
Más adelante prestó sus servicios en los centros de formación de los Misioneros de Yarumal, cumpliendo los siguientes oficios: Formador y Ecónomo en el Seminario Menor (1961-1962), Director Espiritual del Seminario Mayor (1963-1966), Rector del Seminario Menor (1967), Rector del Seminario Mayor (1968), Rector del Filosofado (1969-1972); simultáneamente de 1966 a 1972, fue Miembro del Consejo General del IMEY. Después por dos períodos consecutivos (1972-1984), fue elegido y ejercido el cargo de Superior General del Instituto.
Como misionero en Ecuador, fue nombrado Párroco de Sayausa, Arquidiócesis de Cuenca y, al mismo tiempo, Coordinador Regional de los Misioneros Javerianos de Yarumal en ese periodo (1985-1989). Desde 1991 trabajó en el Vicariato Apostólico de Buenaventura como Tesorero General y a partir de enero de 1995, también como Párroco de la Catedral.
El 16 de febrero de 1997 Su Santidad Juan Pablo II lo nombró Obispo titular de Sucarda y primer Vicario Apostólico del Vicariato de Inírida, servicio que prestó hasta 2013.
Vicario Apostólico de Inírida
En una entrevista realizada con Mons. Antonio Bayter en 2018, Luis Miguel Modino destaca algunos puntos importantes:
“El Vicariato Apostólico de Puerto Inírida, que ocupa la región suroriental de la Amazonía colombiana, en la frontera con Brasil y Venezuela, fue creado en 1996. Su primer obispo fue Antonio Bayter Abud, que pertenece al Instituto de Misiones Extranjeras de Yarumal, servicio en el que permaneció hasta 2013.
Su misión como obispo la ve como un reto, intentando dar respuestas a una realidad desconocida. Él organizó el vicariato a partir de la educación, una tarea que al principio no fue fácil, pues en esa región la mayoría de las comunidades son evangélicas, pero que con el tiempo fueron reconociendo su trabajo.
En su tiempo como obispo, el vicariato atendía comunidades del Vicariato de Puerto Ayacucho, Venezuela, y de la Diócesis de São Gabriel da Cachoeira, Brasil. Según Monseñor Bayter, “la Iglesia es universal, no tiene fronteras, donde haya necesidad hay que responder, no invadir o meterse donde no toca, pero no reducirse por los límites”, una actitud que podría ser una referencia para la Iglesia de la Amazonía, donde el hecho de comunicarse sólo a través de los ríos en muchas regiones, sugiere que los límites eclesiásticos no siempre correspondan con los civiles.
En su opinión, “el Sínodo es interesante, porque por lo menos está cuestionando que se puede mejorar aquí y cuál debe ser nuestra respuesta”, por lo que se puede decir que es “el comienzo de un estilo de trabajo distinto, que borre fronteras”. En ese sentido, el obispo emérito de Puerto Inírida, ve al Papa Francisco como alguien “más aterrizado en sus pensamientos y en su ver la realidad”, lo que debe llevar a los obispos a “estar más entre el pueblo, menos oficina, menos estructura”.
Gracias Monseñor Bayter, por su amistad y enseñanzas. Por ser tan especial, dedicado y entregado a su labor. Paz en su tumba excelente ser humano. Desde Buenaventura con mucho cariño, siempre en mi mente.